En los coches norteamericanos las características deportivas -en todos los casos- se manifiestan ostensiblemente y, si se quiere, exageradamente. Como si el concepto de mejores performances para un modelo determinado tuviera que estar ligado necesariamente con superficies de carrocería pintadas negro mate, enormes ruedas, alerones deflectores y spoilers, grandes carteles identificatorios de la rabia que tapa el capot.
Pero ahora, con el IAVA 1300 en las manos, esta filosofía le cae como anillo al dedo. Porque es casi exactamente el mismo 1300 que sale de la casa Fiat -con algún agregado de pintura, si uno lo analiza exteriormente-. Porque hasta las llantas del IAVA son las mismas que el de serie. Las de fundición y diseño especial son ahora opcionales. La parrilla y alguna sigla muy discreta completan el retrato que diferencia este extraordinario "especial" con el modelo de producción.
Los objetivos de esta leve diferenciación son bien claros; en primer lugar se obvian encarecimientos superfluos y en segundo termino y mas profundamente apunta al usuario potencial comprador del coche.
El intento de IAVA con el 1300 es ampliar su campo y no ir a buscar exclusivamente a los picadores de semáforos o los velocistas de avenidas. El interés de ellos ahora es interesar también a las señoras que claman a sus maridos por un segundo coche domestico, o el mismo señor domestico que necesita un auto cómodo, chico y fundamentalmente ágil. Premisas -estas ultimas- logradas mas que ampliamente. Con esto, la empresa independiente dio un cierto giro a sus propósitos. De un carácter casi absolutamente deportivo que se le dio a la imagen del anterior 1100 cm3, el actual quiere ser mas para todo publico aun a pesar de que sus performances lo hacen directamente un coche a nivel de cualquier especial de competición. El cambio hay que atribuirlo a un replanteo de la empresa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario